Iniciación

El principio está aquí. Si quieres seguir este blog puedes hacerlo abajo del todo, y si eres de quienes prefieren amenizar la lectura con un poco de hilo musical, pincha aquí. Puedes distribuir, exhibir y representar parcial o completamente La Habitación Oscura, siempre y cuando cites mi autoría, me consultes previamente, y no la uses para hacer una obra derivada ni con fines comerciales.

XXXII

Lucía se concentró hasta el límite del cansancio, pero en determinado momento despertó sin saber cuándo ni cuánto había dormido. Era de día y seguía sintiéndose cansada. Decidió dormir. Pensó, ¿qué puede importar dormir de día, si podemos engañar al sol con el sencillo desliz de una persiana?

XXXI

La difusa luz del sol se extendía como espolvoreada sobre las copas de los árboles. Todo daba una sensación de gloria natural y palpitante. Allá, más abajo de las colinas, entre la linde de los bosques, los sátiros correteaban. El gran dios cornudo había muerto, y sin embargo brincaban con igual felicidad por los prados floridos, tras las desnudas ninfas, cual si no hubieran sentido nunca su presencia en el mundo y no lo añoraran. Eran buenos tiempos; sus gruñidos y sus saltos aún eran vigorosos, antes de envejecer. Al anochecer despertaban las luciérnagas y mostraban las secretas y trémulas miradas de las ninfas observando atentamente el reposo de los sátiros, anhelando amorosamente que aquellos seres fueran menos rudos y temiendo ya la llegada del alba.