—Te preocupará saber quién soy y qué hago aquí. Todo eso no importa, Lucía. Vengo de una región que tú no has conocido nunca, pero a la cual accederás en lo sucesivo. Hay, dentro de todo ser, una habitación oscura, un lugar perdido en los intrincados laberintos de la mente al que tememos acceder y que, sin embargo, está ahí. Este es el sitio donde se forjan los principales monstruos del alma, donde moran las fantasías más siniestras que el mundo humano nos ha obligado a atrapar en algún lado. En él moran todos los sentidos irracionales, las derrotas que creemos asumir, los sueños que nunca soñamos, las pesadillas que aún deben cobrar forma. Es el ojo del huracán, el estanque sereno y oculto entre las montañas.
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