A Lucía, tal manuscrito le resultó sumamente extraño. Dejó los papeles, confusa, a un lado de la mesita de noche y con el corazón inquieto trató de dormir. Aquella noche, mientras soñaba, le pareció oír un suave sonido de pasos tras las paredes, un vago e imperceptible rumor de conversación, y la presencia de una sombra omnipotente, que observaba desde los quebrados ángulos de la habitación.
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