Iniciación

El principio está aquí. Si quieres seguir este blog puedes hacerlo abajo del todo, y si eres de quienes prefieren amenizar la lectura con un poco de hilo musical, pincha aquí. Puedes distribuir, exhibir y representar parcial o completamente La Habitación Oscura, siempre y cuando cites mi autoría, me consultes previamente, y no la uses para hacer una obra derivada ni con fines comerciales.

VIII

Lucía apretó las cuartillas en su mano, que esta vez parecían estar ordenadas. La mañana estaba avanzada y los sonidos de la calle invadían su casa: camiones descargando bombonas, motos y coches circulando por la vía, conversaciones lejanas, pájaros piando y el viento golpeando la persiana contra la ventana. Los rayos de sol penetraban a través de las rendijas de la persiana, dejando impresas sobre las cortinas finos haces de luz rectangulares. Lucía pensó lo cómodo que sería estar lejos de todo aquello, de cualquier ruido, de la vulgaridad de la ciudad, del hastío de la rutina, poder levantarse, desperezarse y estirar los brazos en algún espacio incoloro, vacío y silencioso. Tras unos momentos en los que meditó sobre estas cosas, decidió seguir atrincherada en la cama, y empezar la lectura en el único pedazo de mundo que era completamente suyo, el único lugar del vasto universo que aún no había sido conquistado por nadie.

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