Iniciación

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VI

Lucía era conocida por tenerle una insana indiferencia a todo el mundo. Había cultivado el hábito de sentir una enorme incompresión por las opiniones que no le interesaban, carecer de la necesidad de cambiar de postura y de ponerse de acuerdo con los demás; por ende también tenía el hábito de no desear conservar las amistades que una extraña afinidad había unido algún día. Para ella, sencillamente, la gente no era de fiar, y todo el mundo tenía el imperdonable fallo de querer involucrarse demasiado con ella. No se afligía por ninguna pérdida: una amistad rota era una persona que no merecía la pena, por lo tanto no se podía decir que perdiera a nadie, porque no se podía ganar lo que no tenía valor. El único motivo que podía unir a cualquier persona con Lucía era la magnética atracción que suscitaba su invencible indiferencia. Así, se sucedían las personas en la vida de Lucía, como motas de polvo que se posaban frecuentemente sobre el mobiliario y que ella debía limpiar para mantenerse pura contra la influencia de los demás.

2 comentarios:

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